Fuego.


A la luz del fuego, desnudo me ofrezco.7723885646_95e71abc11_z
Vestida de charol y cuero La Diosa me observa.
Mi lengua liba en la puerta de sus secretos, sintiendo la llamada de su mirada.
¡Más pasión perro!
Siento su mirada de fuego, después un latigazo.
Mejor perro.
Uno, dos tres…
Canto al compás de la fusta.
Mis nalgas se colorean, sube mi ardor, me llena la libido,
Más perro, quiero más.
Libero sus pezones para beber en ellos, bajo y subo por su cuerpo.
Hasta que a su clara orden. Entro, dejando mi pasión dentro.
Noto sus finas uñas en mi carne y me endurezco.
Su orgasmo marca el primer final, espero, me derramo y nos fundimos en un beso.
Después exclama.
¡Este es tu regalo!
Ordenando.
Aviva el fuego perro.

Efe {LL]

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La entrega.


La entrega

Esta desnudo encadenado esperando a la Dueña.
Ha pasado mucho tiempo deseándola, pero ella así lo quiere.
Se abre la puerta, la Señora entra, se acerca, le agarra de la cadena. De un tirón le atrae hacia ella. Al tiempo exclama.
¡Perro! A mis pies
No solo fue una orden para él, sino además una sucesión de acontecimientos que reafirmaron la autoridad y el dominio de la Señora.
Su lengua cae a los pies de su adorada, los lame, los masajea para terminar de cubrirlos de besos.
Otra vez una orden, esta vez debe entregarle su cuerpo, a gatas a por la fusta se acerca para entregársela a la Diosa. Le azota duro, durante largo tiempo. El cuero en la piel del siervo  su firma dibuja.
Exhausto, salido, pero dueño de su pasión a la Diosa se lo agradece.

Su virilidad no aguanta pero sabe que la castidad es innegociable, el sabe que el próximo dolor será aguantar sin derramarse. A cuatro patas la Dueña le viola. El ciego de deseo, la suplica el disfrute. Ella sincera pero cruel se lo niega.
Transpira sufre, goza, su mente le pide que cese el castigo, pero su placer le pide más.
Se arrastra, lame suplica. la Diosa niega.
Su cuerpo ya no le pertenece.
Los dedos de la Dama le abren. El duro falo le penetra. Más luego un rayo parece que el cuerpo le parte, pero su entrega, suplica más goce.
Su boca sorbe los jugos de su Dueña llevándola a un viaje de placer.
La Diosa en un mar de sensaciones se debate, pero el derramarse no puede.
Llega la noche la bella duerme. El esclavo a sus pies su sueño vela.

efe.{LL}

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El esclavo de la Princesa


Hola esclavo.
El como otras veces va directamente a la mazmorra, penetra dentro.
La sirviente de la Señora le ciñe el collar al  cuello.
A lucirlo orgulloso se presta, prieto como le gusta a su Dueña.
Encadenado en la cruz espera….
Desnudo descalzo, con los ojos vendados, vivirá la primera prueba.
La Diosa se acerca. Siente sus firmes pasos. Al fin llega.
Pronto en los pezones del esclavo penden dolorosos pesos.
La Dama lo contempla, el dolor se acrecienta.
Sus finos dedos, las pinzas balancean.
Un gemido sale del sumiso. Ella  susurrandole le interroga.
¿Esto es lo que deseas?
Con tímida voz contesta.
Si mi Dueña.
Piensa que precisa colgarlo.
Al collar engancha la cadena que del techo pende, tensando el cuerpo del esclavo que de puntillas sufre, el rostro arriba lanzándo la la mirada al cielo.
Lo ve, no siente clemencia, le abandona al silencio, ya es todo soledad, sufrimiento.
Pasa un siglo en oscuridad.
El cuerpo del siervo está exhausto, el sudor mezclado con el cansancio es un castigo.
Pero lo sufre con orgullo.
Piensa sincero.
Se lo entregara como tributo.
Su Dueña llega, le conmueve un momento.
Se acerca, primero su pecho lacera, luego dulcemente le besa, después de sus atributos se apodera.
Vuelve a gemir, el dolor prospera, cada vez es más duro.
Llora esclavo tus lágrimas son mías.
Con vehemencia la Diosa exclama.
Sabe que el gozo es suyo. Pero si se impacienta ,el abandono precederá al castigo.
Por fin desnudo, ajado y sudoroso la fusta recibe.
La Princesa le observa.
El cuerpo entregarle exige .
Su lengua recorre los caminos del placer de la Princesa.
Bebe sus jugos, aspira sus olores.
Al éxtasis la lleva.
Después en la culminación del placer.
En su cuerpo entrar le ordena.
El esclavo mezcla su placer con, el de la Princesa.
En un gran torbellino de sensaciones.
Va y viene.
Ya no es el.
Son dos amantes que se sacian de placer.
La Princesa le siente, disfruta y le dice. Gracias esclavo.

Efe

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El castigo


El castigo

Empuñas el látigo con energía.
Este rompe en mi piel.
Uno, dos, tres más….
Te detienes, te vuelves y me miras,
Esperas mis suplicas,
enjugas mis lágrimas y continúas.
Mis gemidos son cortos y dolidos,
tú no los consideras,
Por fin te detienes,
tú obra esta hecha.
Jirones de piel me cuestan,
Pero tu pasión es más que mi dolor,
Sangre, pasión y esfuerzo salen de dentro.
Me abrazas, me besas,
mezclas tu placer con mi sufrimiento.
Al final te suplico. 
Azótame amor mío.

efe.{LL}

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